Antes de la Conquista, esta zona era conocida como "Ariganez" o "Argonez", y en ella existía una densa población aborigen. Se han realizado diversas investigaciones de mano de importantes prehistoriadores, a través de las cuales sabemos que, al igual que otros grandes barrancos de la isla, el Barranco de Guayadeque fue el lugar de encuentro de las grandes oleadas de población beréber o camítica, que llegaron poco a poco y fueron ocupando estas islas antes de la llegada de los conquistadores europeos.
Las características medioambientales de la zona, unidas a las condiciones geográficas del barranco, convertían a éste en un lugar ideal para el asentamiento de las poblaciones prehispánicas; que ocupaban las zonas más altas, asegurando la defensa contra cualquier posible invasor. Así pues, es de suponer que se escogieran como habitáculos e incluso como lugares de enterramiento las cuevas más altas y estrechas, cuyo acceso resultara muy difícil para un eventual atacante. La riqueza arqueológica de este barranco queda atestiguada por los interesantes yacimientos y la gran cantidad de restos antropológicos encontrados, una gran parte de los cuales está custodiada por El Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria. Todo esto convierte a Guayadeque en una de las mayores y más destacables necrópolis prehistóricas de cuevas naturales que se conocen en las Islas Canarias. También se han encontrado interesantes yacimientos arqueológicos en la Montaña de Agüimes y en las Cuevas de la Audiencia y Risco Pintado en Temisas.
De especial interés son asimismo los Petroglifos del Barranco de Balos cuyas inscripciones en lengua líbico-beréber, y sus similitudes con los motivos encontrados en las pinturas rupestres y las pintaderas propias de Gran Canaria, sugieren algún significado religioso o testimonial relacionado con la sacralización de la comunidad o del territorio.
La Villa de Agüimes, fundada hace más de 500 años, nació a raíz de la Conquista y se extendía además por toda la zona que actualmente ocupa el Municipio de Ingenio y gran parte de Santa Lucía. Agüimes ostentó, desde los primeros tiempos y durante más de tres siglos, un lugar privilegiado por su calidad de feudo episcopal, otorgamiento singular que fue concedido por los Reyes Católicos el 20 de enero de 1487, tras la petición del dominio del lugar por el Obispo Frías como pago por los derechos que éste aportó para la Conquista y por los méritos obtenidos. Anecdóticamente, el otorgamiento se produce dos años después de la muerte de Frías en Sevilla.
Los Obispos que disfrutaron de la prebenda de ser Señores de Agüimes fueron un total de cuarenta y cinco, siendo el primero D. Juan de Frías y el último el Obispo Verdugo en el siglo XIX. El Señorío de Agüimes era un señorío territorial y bajo jurisdicción eclesiástica, donde el Prelado y sus sucesores eran dueños absolutos de las tierras y de sus frutos, pudiendo arrendar, cobrar la renta y todas las otras cosas del lugar y Heredamiento de Agüimes. Asimismo, les correspondía el derecho de nombrar al alcalde, juntamente con otro de nombramiento real. Los conflictos con el Cabildo de la Isla y con el Gobernador de resultas de esta dualidad administrativa fueron frecuentes a lo largo de todo el Antiguo Régimen. Según consta en la Sentencia dictada por el Consejo de Castilla el 23 de diciembre de 1516 en el pleito contra el Obispo Muros, el Señorío de Agüimes estaba exactamente delimitado por grandes mojones que lo separaban del resto de Gran Canaria.
Debido a su condición de Cámara Episcopal, lugar de descanso de los Obispos, el pueblo de Agüimes creció sumido en un profundo ambiente religioso. El año 1530 es una fecha a destacar en los comienzos de la historia de Agüimes, puesto que estuvo muy cerca de perder su categoría de Villa, Parroquia, Capital del Señorío y Cámara Episcopal en beneficio de Ingenio, debido a la pujanza económica de éste, asociado al negocio azucarero.
En el siglo XVI la economía de la Villa de Agüimes dependía del trigo, la cebada, el azúcar y algunos cultivos de huerta. Llegado el siglo XVII se expande el cultivo del maíz, al igual que en el resto de la isla, ante las carencias continuas de trigo y cebada; igualmente nos encontramos con el cultivo de la papa, proveniente de América.
En el siglo XVIII los cultivos no se diferenciaron, aunque aparece también el cultivo de lentejas, habas y judías. Esta misma situación nos la volveremos a encontrar en el siglo XIX, y se uniría a los cultivos ya existentes la producción de frutos, como los olivos, las higueras, limoneros, albaricoqueros, etc. La Villa de Agüimes, dejó de ser feudo episcopal y perdió su condición de Señorío, al igual que el resto del país, por un Decreto de las Cortes de Cádiz el 6 de agosto de 1811, siendo Obispo D. Manuel Verdugo, pero sólo en el aspecto jurisdiccional.
En el aspecto territorial, la Iglesia continuó ejerciendo el dominio sobre todo el municipio, que incluso siguió titulándose Cámara Episcopal en los papeles oficiales. Sin embargo, su territorio se vio reducido tras la emancipación de Ingenio en 1816. Llegados a la época actual podemos comprobar que la agricultura sigue siendo parte importante de la vida de Agüimes; ocupa a un 10% de la población, existiendo un alto porcentaje de mujeres, especialmente en labores de empaquetado. Las hortalizas constituyen las producciones más importantes, destacando la cosecha de tomates, pepinillos y zanahorias. Las tierras de regadío se dedican a una variedad considerable de productos, las ya mencionadas hortalizas, los cereales, cítricos, olivos y cultivos forrajeros, sobre todo. |