Santa Lucía de Tirajana merece una visita histórica y dentro de ésta un paseo a la famosa Fortaleza de Ansite, un edificio volcánico en el que se localizan numerosas cuevas aborígenes de habitación y enterramiento, donde se ha hallado una gran cantidad de material arqueológico. De igual forma, en esta fortaleza es posible descubrir los enterramientos en cuevas naturales, asociados normalmente a los poblados de habitación.
Los enterramientos tumulares poseen una menor presencia en el municipio y sólo se ha constatado su existencia en la zona de Pozo Izquierdo, en la playa del mismo nombre.
Santa Lucía construye su primera ermita en honor a Santa Lucía en la segunda mitad del siglo XVI. En 1761, debido a que su estado de conservación no era el adecuado, los vecinos deciden su destrucción y construir otra ermita en el mismo Lugarejo, aunque en diferente solar. La segunda ermita fue bendecida en 1761, aunque no perduró durante mucho tiempo debido a su mal estado. Finalmente fue derruida y, en 1788, la imagen de Santa Lucía fue trasladada a la capilla mayor de una nueva ermita; esta tercera ermita correría con la misma suerte que las dos anteriores. Ya, en 1905, se construye la Iglesia de Santa Lucía, que se ubica en la misma plaza del pueblo, en una loma; y sustituye a la tercera ermita. En la actualidad es una de las visitas recomendadas del municipio.
El Museo Castillo de la Fortaleza, localizado en el casco de Santa Lucía, es otra de las recomendaciones al visitante, puesto que es de un alto interés histórico cultural. Este museo es básicamente arqueológico, puesto que se exponen restos hallados en los yacimientos arqueológicos de la zona. Además, es posible apreciar elementos etnográficos, botánicos y referentes a la zoología. En los alrededores de este museo se extiende un jardín en el que podemos apreciar la existencia de flora autóctona y árboles frutales de diferentes latitudes.
Si se prefiere realizar excursiones por el entorno natural del municipio, es imprescindible visitar la Caldera de Tirajana, situada en la zona centro de Gran Canaria con orientación Sureste. Es una amplia caldera donde se ubican los pueblos de Santa Lucía y San Bartolomé de Tirajana. Este lugar es considerado un espacio de gran singularidad paisajística puesto que combina el escarpado relieve del territorio, el conjunto arquitectónico, la riqueza vegetal y el paisaje agrícola.
El Barranco de Tirajana nace en la Caldera de Tirajana y desemboca en el mar por los llanos de Juan Grande. Este barranco posee una extensión de 76 Kilómetros cuadrados y en él los visitantes pueden apreciar diferentes aspectos arqueológicos, botánicos y geológicos. Se ha construido en su cuenca una presa denominada Presa de la Sorrueda. En este entorno se encuentran los más bellos y extensos palmerales de la isla, especialmente atractivo es el Palmeral de la Sorrueda situado en las inmediaciones de la presa.
La Presa de La Sorrueda también se encuentra situada en el Barranco de Tirajana -en el cauce superior a la Fortaleza de Ansite-. Este entorno posee una gran singularidad paisajística y ecológica. Los más bellos y extensos palmerales de la isla se localizan en esta zona. El Palmeral de La Sorrueda situado en las inmediaciones de la presa es de los más atractivos de la zona. La Presa cuenta con una zona de acampada con capacidad para 20 personas, su uso es limitado y controlado por las autoridades.
Ermita de San Nicolás de Bari: En la actualidad conforma la casa de la cultura de Sardina del Sur. La ermita comienza su andadura histórica hacia finales del siglo XVIII, un siglo antes de su construcción. Hacia 1882 la ermita cuenta con una reliquia de San Nicolás, como su mayor valor espiritual. Finalmente el 1 de Octubre de 1915 se inauguró la parroquia de Sardina del Sur.
Salinas de Tenefé: En la zona de costa de Pozo Izquierdo, entre las instalaciones de Centro Internacional de Windsurfing y la Desaladora -no muy lejos de la desembocadura del barranco de Tirajana- se encuentran las salinas de Tenefé, que siguen funcionando según el modelo tradicional. Todo el entorno resume la historia del aprovechamiento del viento. En esta zona de Punta de Tenefé -de ahí han tomado su nombre las salinas- se encuentran las muestras más importantes que existen en la isla sobre ingenios salineros, ya que a lo largo de la misma se disponen múltiples salinas y elementos asociados, que le confieren un importante valor etnográfico. Esta salina fue construida en el siglo XVIII, y desde entonces se ha mantenido activa hasta nuestros días. Los actuales salineros que la trabajan, de la familia Viera, han dedicado una parte importante de su vida a la conservación del oficio y de la infraestructura que lo sostiene. Estas salinas contaban con tres molinos de viento para el bombeo del agua, además de una casa-almacén de tipo tradicional, junto a una zona protegida denominada Parque Marítimo El Saladar, lugar de investigación marina y con existencia de flora endémica.
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