En Valleseco destacan dos zonas principales: la zona meridional o de cumbre, que es la más despoblada; y la zona septentrional que eligieron desde antaño los primeros habitantes del pueblo para establecerse y alrededor de la cual fueron surgiendo los distintos barrios que hoy conforman el municipio. Zumacal, Monagas, Zamora, Barranquillo se encuentran en la parte baja del municipio; más arriba están El Recinto, Lanzarote, Madrelagua, El Lomo y en la parte oeste, Caserón, Troyanas, Carpinteras, Valsendero y Barranco de la Virgen.
ZUMACAL:
El nombre del Zumacal evoca el color rojo de su tierra, el “zumaque”, que antaño servía de tinte y que domina en un paisaje de lomas y barranquillos. En este barrio situado en la parte más septentrional del municipio destacan espacios naturales de gran belleza y, al mismo tiempo, de importancia ecológica para la recuperación de la vegetación de laurisilva. Estos son La Laguna de Valleseco, el Pico de Osorio y el Barranquillo de las Ánimas. A través de senderos, podemos llegar hasta la Fuente de los Chorros, rodeada de bosquecillos de robles, castaños y eucaliptos; y, poco más adelante, obtenemos una de las mejores panorámicas del Barranco de la Virgen. De gran valor para los vecinos es la Iglesia en honor a la Virgen del Carmen que han ido construyendo poco a poco con sus propias manos y cuyo comienzo fue idea de un misionero carmelita que llegó a estos lares. En ella se celebran gran parte de los actos de las Fiestas del barrio allá por el mes de Julio.
MONAGAS:
“Monages” era al parecer una planta ya extinta, que crecía en esta zona y de la que deriva el actual nombre de Monagas. Este barrio nos lo encontramos desparramado por las laderas y el cauce del tramo medio del Barranco del Rapador, cuyos terrenos han sido profusamente aprovechados para cultivos, conservándose en los riscos restos de fayal-brezal. Las paredes de los riscos de Monagas ocultan un pasado aborigen. Lo que hoy en día son casas cueva y alpendres constituían en otro tiempo cuevas en las que habitaron nuestros ascendientes prehispánicos. Probablemente durante las épocas estivales subían desde la costa buscando los pastos de las medianías y las cumbres. Estas oquedades naturales en la roca les servían entonces como vivienda temporal. Hoy en día se las conoce popularmente como las Cuevas del Masón.
ZAMORA:
El topónimo de Zamora se remonta al repartimiento de tierras de 1.600, cuando llegó al municipio un tal Juan de Zamora, originario de esa provincia. De ahí proviene el nombre de este pago, así como otros topónimos existentes también en la provincia peninsular como Villaseco y Sobradillo de Arriba, que se trasladaron a lugares de aquí. Como parte del Parque Rural de Doramas, junto a la vegetación de codesos, escobones y laureles en barranquillos y los cultivos de papas, millo y frutales, coexiste un paisaje de casas diseminadas, muchas de ellas de arquitectura tradicional. A la entrada del barrio, desde el Mirador del Balcón de Zamora podemos observar una magnífica panorámica de Teror; y, muy cerca, una imagen característica, el antiguo lavadero de Zamora con su techumbre de tejas y madera a imitación del estilo de la casa tradicional canaria, donde hasta hace bien poco se podía ver a las lavanderas realizando su labor.
BARRANQUILLO:
Valle estrecho que discurre entre el Lomo de Zamora y el del Quemado hasta llegar al Caserón, sus límites se marcaron por cruces que simbolizan la fe de los mayores. Arriba en el Lomo del Prado, encontramos la Cruz del Siglo que se sitúo a principios de centuria en este sitio de paso del Camino de mar a Cumbre, que comunicaba el Recinto con Valsendero antes de apertura de la carretera de enlace con este barrio. Más abajo la Cruz de las Misiones, la de la Farola, la de la Herrera, la del Lomo de Zamora, el Quemado y Lomo Enrique. En este paraje de pronunciadas pendientes y estrechas veredas, se encaraman algunas casas de estilo tradicional, formando caseríos como el del Convento. Laureles, escobones, eucaliptos, castaños pueblan las laderas, mientras que el fondo más umbrío y húmedo del barranco alberga vegetación de laurisilva. Rico en agua, este barranquillo en otro tiempo servía de lavadero improvisado a las mujeres. Hoy en día, manan aún alguno de los múltiples nacientes que brotaban a lo largo de todo el curso del barranco. El Zumaque, la Tanquelera, el Convento son algunas de estas fuentes que nos regalan su riqueza en forma de agua.
EL CASERÓN:
Caserón es otro de los barrios de la parte más baja del pueblo, cuyo nombre proviene tal vez de alguna casona antigua de los alrededores. Había aquí varios latifundios, con terrenos dados en régimen de medianías y casas señoriales de los siglos XVII y XVIII, que aún perduran en nuestros días. Descendiendo hacia el Molinete, nos encontramos con una casa que guarda las estructuras tradicionales de la casa canaria y una de cuyas habitaciones se destinó a una pequeña, pero encantadora ermita. La Ermita de la Virgen de la Silla, que es así como se llama, data del siglo XIX y perteneció a la familia Rodríguez Pérez. La imagen está pintada en un cuadro y refleja a la Virgen María sentada con el niño en su regazo. Esta se trata de una importante zona de paso del “Camino de mar a cumbre” que viene desde Moya y llega a Teror. En el pasado se situaban aquí dos molinos, el molino del Molinete o el Molino de Abajo, de los que hoy en día quedan vestigios de incalculable valor etnográfico. Quedan también las estructuras hidráulicas para transportar el agua de la Acequia Honda. Estos molinos, que se movían con la fuerza del agua, se colocaban estratégicamente en las rutas de las acequias y en las zonas de tránsito, ya que además solían tener pequeñas tiendas de víveres. En la parte trasera de éste podemos observar esta acequia perteneciente a la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas, así como los peldaños que le servían al “acequiero” para acceder a ella. Como todo el área, es rica en vegetación, especialmente el interior del Barranco de Caserón, que va a confluir al Barranco de la Virgen por el Caidero de los Levantiscos. La dificultad del terreno ha protegido elementos de laurisilva de gran tamaño como laureles, barbusanos o tiles, así como arbustos y helechos poco comunes. Más visibles son unos brezos y fayas de gruesos troncos que se pueden apreciar a los lados de la carretera.
TROYANAS:
Al adentrarnos por la carretera de Valsendero, es el barrio que nos encontramos después de Barranquillo, desparramado a lo largo del barranco de Troyanas entre el Lomo del Quemado y el Lomo de Troyanas. En la zona de Troyanas se establecieron los descendientes del labrador Alonso de Troya, entre los que sobresalían una serie de mujeres llamadas Úrsula, Constanza, Estefanía y Jacobina, conocidas como las troyas. La voz popular se perpetuó en el tiempo adquiriendo el lugar el nombre de las bellas mujeres. Entremezclado con el paisaje de casas, terrenos de cultivo donde, dependiendo de la estación y las necesidades del agricultor, crecen papas, millo, cereales o frutales. En las cañadas de los barranquillos, se abren paso los bosquetes de castaños como en el Cardoso. A esta zona no llegan las acequias que cruzan el pueblo, sin embargo, hay nacientes en los que aún mana el agua. Éste es el caso de la Fuente de la Higuera, situada en el Lomo del Quemado, en el Camino Real que parte de Valsendero y llega hasta el Recinto. En los riscos del Lomo de Troyanas, se excavan unas casas cueva, que se han utilizado desde antaño como refugio de pastores y que posteriormente se han rehabilitado como vivienda, siendo ahora consideradas un yacimiento arqueológico.
CARPINTERAS:
Muy cerca de éste, el barrio de Carpinteras posee esta denominación por la existencia en otro tiempo de algunas carpinterías en la zona. Desde lo alto se divisa como una multitud de casitas que se dispersan por todo el Barranco de Carpinteras, que más adelante va a desembocar en el del Rapador por el Caidero de los Levantiscos, salto con una caída de más de cincuenta metros. Descendiendo por el mismo se llega hasta el barrio del Caserón, atravesando la cañada de la Umbría, donde se pueden contemplar casas antiguas de estilo canario, que aún conservan todo su encanto. Se pueden observar también en esta zona las Casas Cueva del Risco del Gómez, lugar donde vivió una familia humilde con gran descendencia, que aún hoy en día es recordada por los vecinos. En la parte alta del barrio, las fuentes del Chorrito y del Junco sacian la sed del caminante que sigue el camino real atravesando el Barranco de Carpinteras hasta llegar a Valsendero.
VALSENDERO:
Enclavado en mitad del profundo Barranco de la Virgen, debe su nombre a un “mal sendero” que debía tomarse antaño para llegar hasta él desde el casco. Flanqueado de altas montañas, en este lugar aún es posible escuchar el sonido del silencio. Es el más alejado de los barrios de Valleseco, por lo que cuenta con su iglesia desde fechas tempranas. Ya en 1.925 se construyó en honor a San Luis Gonzaga, al que veneran con gran devoción los habitantes de este pago, organizando unas concurridas fiestas que se celebran a finales del mes de Junio. Otro de los sitios que se pueden ver en este pago, es el Taller de cestería, donde también se pueden adquirir cestas de codeso, mimbre y caña, los materiales utilizados por este artesano. En las inmediaciones, se sitúan los vestigios de un antiguo molino de agua, el Molino de Huerta Grande o de Valsendero.
EL BARRANCO:
Es el barrio que nos encontramos al bajar por el Barranco de la Virgen y que aún conserva restos de lo que fue el antiguo bosque de Doramas que se extendía por todo el Norte de la isla antes de la conquista. Especialmente en las zonas más inaccesibles como puede ser el Barranco Oscuro, un tributario que alberga uno de los últimos relictos de laurisilva que quedan en todo el mundo, catalogado como Reserva Natural Integral. El bosque de laurisilva en un auténtico fósil viviente de la Era Terciaria constituido por multitud de especies vegetales (barbusanos, saucos, viñátigos…) exclusivas del Área Macaronésica, que sólo se pueden observar aquí. Éstas tierras eran de las más fértiles y húmedas de Valleseco, por lo que fueron pronto colonizadas. Varias fincas se establecieron a lo largo de todo el Barranco de la Virgen explotándose en régimen de medianería: la Finca de la Peña, la Finca del Cercado, la Finca de la Marquesa. Hoy en día, aún podemos contemplar estas casas señoriales testigos de un pasado floreciente.
EL RECINTO:
Centro de la actividad diaria del pueblo, aquí se encuentran el Ayuntamiento, la Iglesia de San Vicente Ferrer, el Colegio y el Centro de Salud del municipio, así como otros servicios. La calle principal, León y Castillo, conserva el encanto de sus casas antiguas de estilo neoclásico, caracterizado por la parquedad decorativa reducida a los arcos de medio punto de cantería en las ventanas y puertas. Otros edificios de moderna construcción conservan el estilo de las casas canarias con tejados y balcones de madera, como el Ayuntamiento, la Casa Parroquial y la Casa de la Cultura. En esta calle, se sitúa también la Iglesia de San Vicente Ferrer con su recoleta plaza donde sólo se oye el agua cantarina de la fuente y los trinos de los pájaros.
EL LOMO:
Situado en las cresterías que se forman entre el valle central que baja desde Calderetas y el Barranco de Madrelagua. Mirando hacia el lado oeste, se puede contemplar el populoso barrio de Lanzarote con sus casas blanqueadas con cal. Hacia el lado este, el Barranco de Madrelagua y el barrio del mismo nombre. Ya cerca del casco, desde el Lomo de la Rosa, se observan bellas panorámicas que en los días claros se extiende hasta la capital y La Isleta. A lo lejos, la inconfundible Montaña de Valerio con su laderas aterrazadas. Ante la necesidad imperiosa de tierras de cultivo, el ingenio del campesino vence las dificultades que presenta un terreno montañoso e improductivo y lo transforma en fecundas tierras de labor. Por el Camino de Meleros llegamos a la Fuente de los Mirlos, restaurada recientemente como muestra de la riqueza de agua del municipio y de la historia ligada a su aprovechamiento por la población.
MADRELAGUA:
Enclavado en el Barranco de Madrelagua, uno de los tres principales que surcan el pueblo, debe su nombre a un naciente de agua o “madre de agua”, que se encontraba en este barranco. Está formado por varios barranquillos que van a confluir a uno principal: Barranco del Risco Gordo, del Charquillo, de la Fuente, de la Hiedra. De los distintos cerros que conforman el paisaje, destaca la Montaña de Valerio por los bancales que se construyeron en sus laderas para obtener terrenos aptos para el cultivo de papas, millo o frutales. Éstos siguen dominando el paisaje de esta zona, donde la agricultura sigue teniendo gran importancia. Prueba de ello, es el Concurso a la Papa de Mayor Tamaño, uno de los actos de sus animadas Fiestas en honor a Santa Rita de Cassia, celebradas en el mes de Julio. Otra costumbre ancestral que aún tiene lugar todos los años a mediados del mes de Febrero, es el Rancho de Ánimas, que reúne a un grupo de tocadores que cantan y recaudan dinero entre los vecinos con el objetivo de ofrecer misas a las ánimas. Perteneciente a este pago, descubrimos los pinares de Cuevecillas, que continúan hasta la Cumbre y hasta los que se llega por pista desde los lavaderos de Tierras Blancas. Constituye un bonito bosque del que disfrutar, muy cerca del casco del municipio.
LANZAROTE:
La semejanza de nombre del barrio de Lanzarote con el de la isla de los volcanes no es mera casualidad, pues se lo pusieron los primeros habitantes que arribaron a estas tierras procedentes de dicha isla. Su situación por encima de la cota de los 1.000 metros lo hace el más alto de los barrios de Valleseco y el último que dejamos atrás cuando subimos a la Cumbre de Gran Canaria. Asomándonos al Mirador de los Picos, que está a pocos minutos de esta población, se puede contemplar gran parte de este barrio y del municipio. En su laberinto de calles, donde reside la mayor parte de los vecinos del pueblo, se leen nombres peculiares que nos recuerdan historias de personajes que vivieron en la zona: Cayetano Pérez, Las Molinas, La Era, Cha Dominga, Silvestre… Pilares y lavaderos jalonan las acequias, y las lavanderas representan una estampa que parece sacada del pasado. Singular es el Lavadero de Tierras Blancas, ya en la salida del barrio, con su tejado a dos aguas que aún sirve de resguardo de la lluvia y el frío. Entre sus tradiciones más arraigadas, está la elaboración del pan en varias panaderías, que conservan en muchos casos los antiguos hornos de leña. Otra costumbre hoy recuperada como fiesta, es la Traída del Tabique la cual tiene lugar en el mes de Agosto en el transcurso de las celebraciones en honor a Santa Rosa de Lima. |